22 de octubre de 2010

Si había algo indispensable en tu vida era su olor, su piel, sus mentiras, sus excusas, sus ganas de verte caer, su miseria para animarte a levantar, sus reiteradas ganas de volver a verte caer, y de nuevo, su precariedad en actos para verte bien y devolverte un poquito de todo lo que vos le das, sin exigirle nada a cambio. Y por obviedad: su presencia, y ninguna más. 
Todo eso si era vital.

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