Probamos la dulzura de la carne, supimos que aún estábamos a tiempo, nos hartamos de besos, de manzanas, declaramos la guerra al sufrimiento. Nos quitamos la vieja piel a tiras, renegamos de todo lo sabido, prometimos pecar a manos llenas; nos hicimos más tiernos y más niños. Ahora, cada día tiene su fruto, cada noche su secreto
y el tiempo es una mentira que han inventado los viejos .
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