Y, como la tierra generosa abraza la raíz
de un frutal encendido, yo te abrazo a ti.
Y abrazo tu ropa, no sé, tus maletas
tu rostro, tus dudas, tus pies, su huella,
tus manos y hasta tus zapatos,
tu pena, mi castigo,
la curva de tu espalda,
el hueco en el que anido.
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